jueves, 9 de septiembre de 2010

Hombre Nuestro.

Hombre nuestro.
Que estás en la tierra
Construido sea tu Nombre;
Venga a nosotros tu conciencia;
Hace de tu voluntad
Una tierra como en el cielo.
Date hoy la libertad de cada día;
Responsabilízate hoy por tus pecados,
como nosotros creemos
en los que nos ofenden;
Siente y experimenta la tentación,
y actúa frente al mal.

Amén.

- Que cada uno esté con ustedes
- Y con tu subjetividad.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Todos por nadie y nadie por todos: “La revolución del individuo”.

“El individualismo arranca a la persona de un horizonte de significados compartidos y de sus ligazones comunitarias: todo se vuelve elección personal” (Brünner, J-J. 1999, Pág. 1). En el incierto paisaje de la relatividad, la razón moderna se quiebra en aras de una exigencia del ser por el reconocimiento de su individualidad, esto trae como condena el ejercicio de responsabilidad por su existencia y por tanto se ve arrojado a decidir sobre sí.

En la volición de las verdades estandarizadas el ser se absorbe hacia sí, y vuelca su construcción y la de su realidad obligada a depender de las situaciones de la época, pero sin desprenderse de un aroma de individualidad única e irrepetible, erigiéndose sobre paradojas. ¡El individúo solo existe en sus contradicciones con el mundo!

¿El individuo deja al sujeto?, el deseo de la unidad y la insoportable responsabilidad por la existencia se articulan en la idea de un individuo desprendido de toda sujeción ética y moral, la trascendencia se reduce a la sobrevivencia de una forma de vida capaz de subsistir con otros, en un mundo agobiado por un malestar hacia una sensación de relativismo moral necesario, cree que no necesita de otros cegado por el fantasía real de su existencia original, dejando a un lado los cimientos dependientes de otros antiguos de los cuales se ensambló.

Es un momento de fragmentación y donde la ontología se siente sin sentido, el individuo cede terreno a la conquista de la vida real, en donde las incoherencias se naturalizan y pierden la fuerza de inquietar a un ser centrado en sí mismo, concentrado en continuar su solitario camino al lado de los demás, quienes compartiendo sus motivaciones y malestares, padecen de la misma soledad, pero ¿es el individuo capaz de sacrificar su bienestar en pro de sus estabilidad existencial? ¿Cómo abolir la instrumentalización de la sociedad, en un mundo de la individualidad? ¡El individuo debe reconocer la disonancia de su origen colectivo y reconocer la deuda que tiene con todos!